Pesaban sobre ellos los delitos de: homicidio simple, privación ilegítima de la libertad calificada, tentativa de evasión y tenencia de armas de guerra, entre otros.
Los encerraron en una jaula, atrás de un vidrio blindado,separados entre ellos porque tenían cuentas pendientes. Estaban a mas de cien metros de la sala donde estaban los jueces, fiscales, abogados y testigos. Los rodearon agentes del grupo GEO, del Servivio Penitenciario y el escuadrón de perros. Casi cien hombres cuidaban a los acusados.
Se desplegaron una docena de móviles policiales y dos helicópteros para seguir los traslados, se cortaron las calles adyacentes y se invirtió una gran suma en todo el operativo.
Iban a ser juzgados por un tribunal improvisado porque los magistrados de Azul donde estaba radicada la causa, se excusaron. Se convocó al juez civil Adolfo Rocha campos, al de Tandil Pablo Galli y al abogado Hectos Rodríguez.
Una maqueta del penal dentro del tribunal en el juicio
Los jueces creyeron que manteniéndolos lejos del recinto los declarantes dirían lo que sucedió en el penal, pero hasta los Testigos de Jehova habían sido amenazados. Los Apóstoles se encargaron de infundir miedo en todos los involucrados.
Entre los que prestarían testimonios habían mas de cien presos. La mayoría respondió las preguntas con monosílabos. Los internos veían a los acusados como los hombres que vencieron al sistema y mejoraron la vida de los reclusos.
Muchos de los que declararon mintieron, era gente que buscaba promoción por la enorme cobertura mediática.
Una instalación de fibra óptica les permitía a los acusados ver y escuchar el juicio. Algunas historias fueron tan fantásticas que hasta se rieron de lo que oían.
Los Apóstoles no se defendieron. Hicieron un voto de silencio para no perjudicarse. Se atuvieron a un antiguo dicho carcelario que dice "Calla preso, que el silencio es tu libertad".
El único que declaró fue Chiquito Acevedo. El primer día del juicio salió de la celda y dijo: "No somos las fieras que la prensa esta vendiendo. Queremos decirles a nuestras familias que no somos lo que el Servicio Penitenciario dice".
Uno de los acusados invocando la ley desde adentro de la jaula
Ningún familiar asistió al juicio.
El juez Rocha Campos, años después, recordaría ese detalle: "Que solos estaban", decía.
Germán Belizán Sarmiento, que colaboró en las negociaciones para entregar el penal, no estuvo en la jaula. Lo sentaron en la sala como testigo, aunque era acusado.
Lo que pasaba es que su vida corria peligro porque los Apostoles se enteraron que durante el motín fue espia del Servicio Penitenciario. Declaró y acusó a todos. Contó que rol tuvo cada uno, quiénes portaban armas, etc.
El Paisano Luján, al igual que los carceleros, reivindicó a Agapito Lencinas y hasta lloró.
Maria Malerne llegó con un traje azul. Era la estrella del juicio. Tal vez conocedora de la ansiedad de la prensa por conocer su versión, se mostró parca en sus contestaciones y distante con los jueces, como si quisiera irse lo mas rápido posible,
Los rumores de que había sido violada aumentaban el morbo colectivo. María no se hizo cargo de tales cosas. Acusó a los jefes del Servicio Penitenciario Bonaerense de haberla engañado, ocultándole, antes de entrar al penal, que los presos estaban armados. "Me dieron una versión distorsionada de los hechos. Me dijeron que estaba todo tranquilo".
Diario Clarin de la época donde se graficaban los dichos de Malerne en el jucio.
El 10 de Abril los jueces dictaron sentencia. El fallo, de 212 hojas, condenó a Jorge Pedraza, Juan Murgia, Marcelo Brandán, Miguel Ángel Acevedo, Vitor Esquivel y Miguel Ángel Ruiz Dávalos a reclusión perpetua mas la accesoria de reclusión por tiempo indeterminado por secuestro, homicidio, tenencia de armas e intento de evasión.
Los cabecillas tuvieron hasta tiempo de reírse mientras les leían el veredicto final
Ariel Acuña, Hector Galarza, Leonardo Salazar, Oscar Olivera, Mario Troncoso, Hector Cóccaro, Jaime Perez y Carlos Gorosito Ibáñez fueron condenados a 15 años por secuestro.
A Daniel Ocanto lo castigaron a trece años. A Lucio Bricka a doce, le bajaron un año por haber defendido a la jueza.
A Guillermo Lopez Blanco le dieron por cumplidos los seis meses de condena por el tiempo de prisión preventiva.
Alejandro Ramirez fue absuelto.
Veintidós testigos, incluidos guardias del Servicio Penitenciario quedaron al borde d eun jucio por falso testimonio que nunca se llevó a cabo.
Chiquito Acevedo murió el 8 de Junio de 2007 en la cárcel de La Plata, apuñalado por otro interno al que siempre le robaba. a Acevedo le faltaban quince dias para salir en libertad.
El Gallego López Blanco murió de un infarto poco despues del fallo.
Leo Salazar murió de Sida,
Un diagrama explicativo publicado en diario Clarín