viernes, 11 de septiembre de 2015

Todo empezó con la Garza Sosa




















Oscar Hugo "La Garza" Sosa.


Si bien este personaje famoso de la delincuencia argentina no estuvo procesado por el motín muchos puntos de las investigaciones lo señalas como el que empezó a gestar la idea, varios meses antes. Pero unas semanas a que llegara semana Santa, Sosa pidió el traslado a otro penal y se desligó de los hechos posteriores.
Las cosas fueron mas o menos así: En Noviembre de 1995, Oscar Hugo "La Garza" Sosa pide tener un encuentro sexual con su abogada en el penal de Sierra Chica. Jorge Palacio, director del correccional, accede.
La Garza había llegado a la unidad N°3 en enero de 1995. Su ingresó alborotó a los mas jóvenes, después de todo era uno de los pistoleros mas famoso y había trabajado con el Gordo Valor. Además protagonizó la fuga del penal de Devoto. Tenía, sin dudas, mucho renombre entre los internos y todos querían formar parte de sus amistades. Lo admiraban. Por eso, el día que llego su abogada, una joven de 30 años, vestida de traje y excesivo maquillaje mas de uno quiso ser "Cacho" por un rato.
 Lo que nadie sabia era que La Garza la había pedido a su amante que le llevara una pistola para meter al penal. Mas específicamente una Ballester Rigaud de 11,25 milímetros, juntos con 18 balas y dos cargadores. El plan era bueno ya que a los abogados de los internos no se los requisa cuando los vienen a visitar, así que la doctora podría ingresar el arma sin problema. Luego del encuentro amoroso, Sosa escondió el arma en el saco del traje y volvió a su celda (en esa época todavía no había detector de metales en la entrada de los penales) donde la escondió en el piso, después de hacer un poso y volverlo a tapar.
Pero en las cárceles los rumores corren rápido porque siempre hay algun interno trabajando para el servicio penitenciario o porque se pasan datos de boda en boca. A Sosa el arma "le empezó a quemar" y las autoridades del penal iniciaron un minucioso trabajo de intimidación con el. Los guardias le decían cosas como "confesa que tenes un arma", "¿Dónde la escondiste? o frases similares. Además Jorge Palacio lo citaba reiteradas veces a su oficina donde lo interrogaba mientras los carceleros revisaban su celda. Pero ni La Garza confesaba, ni encontraban el arma.
La idea de un arma dentro de la cárcel es muy peligrosa, le da a quien la tiene una suerte de confianza y esperanza de escape. La mayoría de los internos viven con ganas de querer escapar de los penales y las pistolas generan fantasía de libertad.
Los rumores y sospechas llegaron a los oídos de Guillermo Mcloughlin, director del servicio De Seguridad del Servicio Penitenciario de la Provincia de Buenos Aires, quien sabia que la recuelta era inminente y que tarde o temprano el conflicto estallaría. Infiltro mas informantes a Sierra Chica y armó una red de investigación que lo llevaba directo a La Garza, pero la pistola seguía sin aparecer. A todo esto, se aproximaba Navidad de 1995. El 20 de Diciembre un operativo del Servicio penitenciario revisó Sierra Chica de arriba a abajo en una búsqueda que duró mas de ocho horas, intimidaron a Sosa, pero nada.
En Navidad se restringieron las visitar por la tensión que generaba la situación en la cárcel.
Los primeros días de 1996 Jorge Palacio le informaba a Orlando Martinéz Gómez, jefe de los guardias, que debía estar mas atento a los movimientos de los internos. Además, se pidieron dos detectores de metales a Olavarria, con los que rastrillaron todo el penal, pero nada. El arma estaba causando muchos problemas para los presos, especialmente a Sosa quien ya empezaba a incomodarse con la situación y, aunque quería escaparse, se sentía nervioso y cansado.
La Garza entonces, empezó a planear su traslado. Increpó a Aquim, un fisicoculturista que no peleaba a no ser que lo saquen de quicio. Sosa lo fue a insultar para que le pegara y así poder terminar ne las celdas de confinamiento. Lo logró.
Luego de que los sacaran a ambos de castigo, "Cacho" fue a hablar con Palacio. "Me tengo que ir, mi gente va a matar a Aquim y va a ser para peor".
Palacio, que no era tonto le dijo que se iría si le confesaba donde estaba el arma. Luego de un rato de pensar Sosa llamó a Mcloughlin y le dijo que se quería ir pero que no sabia donde estaba la pistola, que se la fueron pasando entre los presos y la perdió de vista. Le creyeron la mentira.
Esa misma noche un helicóptero aterrizó en el patio de Sierra Chica, La Garza se subió, con destino al penal de Batán, Mar del Plata.

No hay comentarios:

Publicar un comentario